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Zanahorias, huevos y cafe

febrero 16, 2008

Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.

A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo: «Querida, ¿qué ves?»

-«Zanahorias, huevos y café» fue su respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: «¿Qué significa esto, padre?»

El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.

El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.

Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.

– «¿Cual eres tú?», le preguntó a su hija. – «Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido? ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren…»

Extraido de http://www.actos de amor.com

Como somos nosotros?

Cada uno puede ser cafe, zanahorias o huevos en situaciones diferentes de la vida, pero tambien podemos ser una sola de ellas todo el tiempo… y he ahi el problema…

Cuando derramamos lo esencial, lo fundamental, lo importante y trascendente en el entorno, somos los catalizadores del cambio del mismo, somos los que, aun fundiendonos, damos pureza y sabor al trascendente alrededor, al ambiente que nos rodea, le damos el aroma unico de cada mañana, de cada despertar, la quintaesencia del estimulo en el torrente sanguineo, el acelerador cardiaco para enaltecer lo que nos rodea, manteniendonos despiertos ante adversidades, uniendo en charlas interminables a amigos o conocidos en torno a nosotros, calentando frios corazones, combinandonos con la leche del vigor para un nutritivo desayuno o una reparadora merienda en el inicio o las pausas de la vida…

Indudablemente, destruirnos en apariencia ante la adversidad, es integrarnos al entorno, hacerlo nuestro y llevar las riendas de su destino convirtiendo el insipido liquido en la infusion reparadora que permite llegar, invariablemente, al final del camino…

(…perdon si molesto…)

Un comentario

  1. Soy Zanahoria, pero intento todos los días llegar a ser Café



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