Archive for the ‘Sencillez’ Category

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El regalo de la humildad

enero 30, 2008

Se acercaba mi cumpleaños y quería ese año pedir un deseo especial al apagar las velas de mi pastel.

Caminando por el parque me senté al lado de un mendigo que estaba sentado en uno de los bancos, el más retirado, viendo dos palomas revolotear cerca del estanque y me pareció curioso ver a un hombre de aspecto abandonado, mirar las avecillas con una sonrisa en la cara que parecía eterna.

Me acerqué a él con la intención de preguntarle por qué estaba tan feliz.

Quise también sentirme afortunado al conversar con él para sentirme más orgulloso de mis bienes, por que yo era un hombre al que no le faltaba nada, tenía mi trabajo que me producía mucho dinero, claro ¿como no iba a producírmelo trabajando tanto?, tenía mis hijos a los cuales gracias a mi esfuerzo tampoco les faltaba nada y tenían los juguetes que quisiesen tener.

En fin gracias a mis interminables horas de trabajo no les faltaba nada a mi familia.

Me acerqué entonces al hombre y le pregunte,

«¿Caballero que pediría usted como deseo en su cumpleaños?»

Pensando yo que el hombre me contestaría que dinero y así de paso yo darle unos billetes que tenía y hacer la obra de caridad del año… No sabe usted mi asombro cuando el hombre me contesta lo siguiente con la misma sonrisa en su rostro que no se le había borrado y nunca se le borró:

«Amigo, si pidiese algo más de lo que tengo sería muy egoísta, yo ya he tenido de todo lo que necesita un hombre en la vida y más. Vivía con mis padres y mi hermano antes de perderlos una tarde de junio, hace mucho, conocí el amor de mi padre y mi madre que se desvivían por darme todo el amor que le será posible dentro de nuestras limitaciones económicas. Al perderlos, sufrí muchísimo pero entendí que hay otros que nunca conocieron ese amor, yo sí y me sentí mejor.

Cuando joven conocí una niña de la cual me enamoré perdidamente, un día la besé y estalló en mí el amor hacia aquella joven tan bella que cuando luego se marchó, mi corazón sufría tanto… Recuerdo ese momento y pienso que hay personas que nunca han conocido el amor y me siento mejor.

Un día en este parque un niño correteando cayó al piso y comenzó a llorar, yo fui, lo ayude a levantarse, le sequé las lágrimas con mis manos y jugué con él por unos instantes más y aunque no era mi hijo me sentí padre, y me sentí feliz porque pensé que muchos no han conocido ese sentimiento.

Cuando siento frío y hambre en el invierno, recuerdo la comida de mi madre y el calor de nuestra pequeña casita y me siento mejor porque hay otros que nunca lo han sentido y tal vez no lo sentirán nunca. Cuando consigo dos piezas de pan comparto una con otro mendigo del camino y siento el placer que da compartir con quien lo necesita, y recuerdo que hay unos que jamás sentirán esto.

Mi querido amigo, que más puedo pedir a Dios o a la vida cuando lo he tenido todo, y lo más importante es que estoy consciente de ello. Puedo ver la vida en su más simple expresión, como esas dos palomitas jugando, ¿qué necesitan ellas? lo mismo que yo, nada… Estamos agradecidos al Cielo de esto, y sé que usted pronto lo estará también…»

Miré hacia el suelo un segundo como perdido en la grandeza de las palabras de aquel sabio que me había abierto los ojos en su sencillez, cuando miré a mi lado ya no estaba, sólo las palomitas y un arrepentimiento enorme de la forma en que había vivido sin haber conocido la vida. Jamás pensé que aquel mendigo, era tal vez un ángel enviado por el Señor, me daría el regalo más precioso que se le puede dar a un ser humano…

..la Humildad…

Extraido de http://www.actos de amor.com

Lo mas deseable es ser lo que no se aparenta a sabiendas que se es lo que no se ve porque precisamente ahi se es seguro de lo que no se alardea. Las apariencias son como el envoltorio de un regalo que se valora dejando de lado el contenido. Lo esencial siempre es invisible a los ojos y cuando menos se observa, mas enaltece a la persona que lo posee.

Si dejamos traslucir en nuestros actos la esencia de nuestro ser, si dejamos que el mundo valore lo que hacemos a traves de nuestras obras, si cumplimos la premisa Cristica de que por nuestros frutos nos conoceran sin el autobombo del marketing innecesario, dejaremos detras la cascara tan impoluta como falsa que conforma la esencia del ser humano… la de mostrar las miserias como meritos o los meritos como supermeritos…

La humildad es la moneda de cambio de ingreso al Paraiso… y es tan facil ejercerla como el callar… cuando alguien no habla de nosotros, no seamos nosotros quien lo hagamos… gastemos la energia que usamos en hablar de nosotros mismos en hacer por nosotros mismos sin decir nada a nadie… dar sin pedir nada a cambio, hacer sin esperar la aprobacion popular, ser el publicano de la vida y no el fariseo de la historia, el que se golpea el pecho sin tos ni son, buscando llamar la atencion del resto para que vea el vacio enorme que el mismo no ve y que llena su interior, paradojicamente vacio, de mas vacio aun…

Y encima alardeamos de ello…

(…perdon si molesto…)

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Lo que damos de nosotros

enero 2, 2008
1 de Enero de 2008
Este caso imaginario sucedio entre un billete de 100.000 Gs y otro de 1.000 Gs que se encontraban encabezando los fajos de sus respectivos pares dentro una bolsa de una empresa transportadora de caudales rumbo a un Banco para ser dispuestos a su entrega al publico.

Mientras se encontraban lado a lado, el billete de 1.000 Gs le preguntó a su compañero:

– Oye, amigo, ¿dónde has estado? No te he visto en mucho tiempo.

El de 100.000 Gs respondió:

– Amigo, ¡¡Vaya que he tenido trabajo!! Viaje a ciudades distantes, también a los restaurantes más finos, a los casinos más grandes. También estuve en numerosas boutiques, en shoppings y centros comerciales de lujo en Asuncion y Ciudad del Este, y también en el nuevo que ayudé a construir. De hecho, justo en esta semana estuve en Europa cuando mi dueño ocasional por error me llevo entre unos dolares que salieron hablando en ingles rapidamente en Paris, Roma y Madrid, despues aqui visite un balneario y un salón estilista de gran clase. ¡¡He hecho todo eso!!

Después de haber descritos todos esos grandiosos viajes, el billete de 100.000 Gs le preguntó al de 1.000 Gs

– Y a ti cómo te ha ido? ¿Dónde has estado?

El billete de 1.000 Gs respondió,

– Bueno, he estado en la Iglesia de San Roque, en las manos de una anciana que pedia en la puerta de una Parroquia, en la esquina de un semaforo viendo lavar parabrisas a un niño de 4 años, en una caja de lustrabotas…en…

– ¡¡¡ESPERA, ESPERA, DETENTE UN MINUTO!!!» – gritó el billete de 100.000 Gs.., -¿Qué es una iglesia, una Parroquia, un niño, un lustrabotas…?»

Autor «Anonimo»

A veces damos lo que nos sobra. Siempre damos lo que nos sobra. No solo dinero, sino tiempo y calor.

A veces creemos que el valor superlativo que tenemos es el valor superlativo que nos mide en cuanto a lo que hacemos, recorremos, dejamos de hacer, aparentamos o equivalemos en la sociedad. En el vaiven del oropel y el terciopelo del que rodeamos nuestra vida, nos creemos dueños del mundo y en la cuspide de una montaña que creemos no terminara jamas.

Pero es una montaña rusa…

La sencillez, sin embargo, permite conocer experiencias de vida que no se adquieren tomando aviones, conexiones o durmiendo en hoteles del mundo, recorriendo centros comerciales, comprando lo superfluo y jugandose la suerte en fichas materiales que desgastan el animo como aniquilan el autoestima al jugarse hasta la casaca en azar manipulado casi siempre por el propio hombre…

La aventura esta a la vuelta de la esquina, en la puerta de tu casa. En el rostro que te mira con la mirada inquisidora del niño que deja trasuntar miles de cuestiones por sus ojos aparentemente desafiantes que irritan a los que tienen motivos para enojarse pero que conmueven a los que leen dentro del alma humana porque son sencillos, tanto que son capaces de pasar de mano en mano, deteriorandose de tanto manoseo en manos humildes, manos trabajadoras, manos pecadoras o virtuosas, bolsillos plenos o bolsillos rotos, que caen al piso sin representar dolor para el que lo perdio pero alegria inmensa para el que lo encontro…

No en balde se le llama «sencillo»…

«Hay que ser sencillo para entrar al Reino de los Cielos» o algo asi decia un Hombre hace casi dos mil años… creo que cuanto mas valor tengamos y por mas fotos de santo que nos pongan, ese santo estaria mas comodo que el heroe en el billete mas «sencillo» de todos: el que se regala sin dolor y se recibe con amor, el que se da sin remordimientos y se recibe con beneplacito.

Aunque haya que «dar hasta que duela»… los que dan ese «sencillo» como ofrenda y no como limosna sienten mas su carencia que aquellos que dan el billete de mas valor en el mismo contexto…

A veces pienso que seria un lindo objetivo de vida apuntar a tener el valor del billete grande pero por ser «sencillo»…

(…perdon si molesto…)

Posteado por DrBlues

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